Cuando nuestro cuerpo acentúa de forma importante la
actividad fisiológica y el sentimiento de emoción se vuelve extremo. Esto puede
ser a la vez tan potente como peligroso, tanto para nosotros como para los
demás.
Los estados de excitación pueden ser positivos y negativos,
ya que incluyen el incremento del miedo y la ira, pero también de la curiosidad
y el amor. Son momentos en que nos sentimos de alguna forma abrumados por estos
sentimientos, que nos impulsan a
actuar, a menudo de manera irreflexiva.
Es un estado de
mayor actividad, tanto en nuestra mente como de nuestro cuerpo, que nos
hace estar más alerta.
La excitación actúa a lo largo de un espectro que va de bajo
a alto. Podemos sentirnos un poco excitados, o extremadamente excitados.
La excitación es el
resultado de la estimulación. Cuando somos estimulados adecuadamente,
entonces nos excitamos. Por supuesto, con una mayor estimulación, nos excitamos
más todavía.
Es una necesidad humana fundamental. En particular, cuando
otras necesidades básicas como la seguridad o la posición social nos parecen
que ya las hemos alcanzado, entonces parece que vayamos en busca de más
emoción. Parece que siempre andamos en busca de más de lo que tenemos.
Puede ser tanto positiva como negativa en cuanto a
experiencia. Por ejemplo, si es que algo nos resulta muy emocionante, o por el
contrario, muy atemorizante. La falta de excitación también puede ser positiva
o negativa, no es lo mismo la relajación
que el aburrimiento
En la excitación, se incrementa nuestro estado de vigilia
debido a que nos encontramos en un estado de alerta y atención. La excitación
en este caso puede ser causada por una amenaza, donde la reacción de lucha o
huida se activa.
El sistema endocrino estimula varias glándulas, en
particular, la adrenalina, lo que aumenta el flujo de oxígeno y glucosa,
dilata las pupilas (para que podamos ver mejor) y suprime los sistemas que no
sean urgentes, tales como la digestión y el sistema inmunológico.
La excitación se propaga a través del sistema nervioso simpático,
con efectos tales como aumento de la frecuencia cardíaca y la respiración para
permitir una acción física intensa y rápida, y la transpiración para refrescar
el cuerpo. También puede traer en otros casos acciones específicas, tales como la estimulación de la excitación sexual.
Excitación emocional es un proceso, lo que significa que
ocurre como una secuencia en el tiempo. Comprender esto es un paso hacia la
posibilidad de gestionar dicho proceso.
La excitación a menudo aparece a través de un desencadenante,
que nos invade a través de uno de nuestros sentidos. Así, por ejemplo, la
excitación puede pasar a través de:
- Tacto: Un pinchazo, un beso o una caricia
- Vista: Ver algo deseable o que nos produce miedo
- Oído: Un ruido repentino o alguien que nos habla
- Olfato: El olor evocador que desencadena poderosos recuerdos
- Gusto: El sabor de comida maravillosa o desagradable
La excitación por lo general ocurre cuando el cuerpo libera
sustancias químicas en el cerebro que
actúan para estimular las emociones, reducir el funcionamiento cortical y, por
tanto, el control consciente, y crear agitación física y la “preparación para
la acción”.
Emociones que activan
La alegría, la felicidad, la ira, la frustración, el odio
Emociones que calman
La tristeza, la confusión, la vergüenza, la culpa
La excitación más intensa tiende a hacer que la gente quiera
hablar y comunicarse más. De ahí que las personas hablen más cuando están
alegres y menos cuando están tristes.
El efecto de la excitación
En situaciones de mucho estrés, entramos en la lucha interna
y un intento de huida, pues las respuestas primitivas están diseñadas para
mantenernos vivos entrando en movimiento.
En la excitación sexual, nuestros cuerpos
se preparan para tener relaciones y el cerebro va a toda marcha en un estado de
intenso deseo para la realización de este acto tan básico y primitivo.
En otros estados de la estimulación, las personas reportan
sentimientos de “sentirse más vivos”.
Todos tenemos la necesidad de excitación en algún nivel y de
que ésta nos invada en algún momento, por eso lo entendemos, en general, como
un estado placentero que nos induce a ir tras él.
Incluso los estados
negativos como el miedo y la ira tienen sus beneficios. Las personas
enojadas indican que se sienten más poderosas, es como si nos devolviera a
ciertos estados de omnipotencia infantil.
La gente temerosa puede acceder a ser consolada
posteriormente. El miedo es también un factor común en muchas aficiones, sobre
todo los deportes extremos, cuando la persona hace cosas deliberadamente para
excitarse, o para aquellos que disfrutan viendo películas de terror.
En los estados de depresión ocurre lo
contrario, se sufre por ser incapaces de sentir ninguna excitación, por no
sentir interés alguno por nada o por no poder comprometerse con el mundo.