domingo, 23 de julio de 2017

ENVIDIA

La envidia es el deseo de obtener algo que posee otra persona y que uno carece. Se trata, por lo tanto, del pesar, la tristeza o el malestar por el bien ajeno. En este sentido, la envidia constituye el resentimiento (el sujeto no quiere mejorar su posición sino que desea que al otro le vaya peor).
La envidia es uno de los sentimientos que más comúnmente sienten los seres humanos, podríamos decir que el mismo tiene un costado negativo, que es sin dudas el más conocido, pero también el concepto dispone de otro sentido que resulta ser más afable.
La envidia supone, por un lado, la tristeza airada o el disgusto profundo que alguien siente al apreciar el bien ajeno, o en su defecto, por el cariño y la estimación que otros disfrutan y uno no la tiene, pero por otro lado también refiere a aquel deseo honesto de emular alguna cualidad destacada o algún bien que otro posee y que por supuesto uno no dispone.
Ahora bien, en este último caso no hay un rencor, un celo, rabia o tirria grande como ocurre con el sentido más difundido del concepto de envidia, sino más bien todo lo opuesto, pudiendo hablar de una sana envidia por aquello que el otro tiene pero nosotros no.
Entonces, la envidia es desatada por dos situaciones bien concretas, ya sea por la escasez de objetos materiales o porque los mismos son muy difíciles de lograr, por tanto, aquellos que son poseedores de esos bienes tan preciados suelen despertar en quienes no los tienen y los quieren, la envidia, la cual podrá ser “sana”, es decir, será expresada pero sin ningún tipo de rencor y con la esperanza de en algún momento poder ser poseedores de los mismos bienes que se desean, o en su defecto, mala, en este caso no existe la mencionada esperanza de alguna vez poseer el bien que se desea y además se le desea que a quien lo posea le vaya cada vez peor, o sea hay una mala intención acompañando siempre.
La psicología sostiene respecto de la envidia que es un sentimiento que habitualmente es negado ante uno mismo y ante terceros por la persona que lo experimenta. Normalmente, lo que hace el envidioso es ocultar su envidia por algo, porque claro, admitirla sería admitir también una carencia y además por otra parte en la consideración social la persona envidiosa es mal vista y no tiene buena reputación.
Primeramente, el envidioso cuando ve el objeto de su deseo en otras manos siente tristeza por no poder tenerlo el, luego se desarrollará la rabia y la ira que en muchas ocasiones puede llevarlo a desarrollar conductas impropias, malas y agresivas.
Otra característica para reconocerlo es que se lo ve frustrado cuando aprecia que los demás progresan en algo y él no puede hacerlo. Y por supuesto suele presentar una bajísima autoestima que la ocultará debajo de una coraza que dice nada me importa que tú lo tengas y yo no, cuando en realidad no es así.
También es común que el envidioso desprecie aquellas cualidades o bienes que desea de otros, atribuyendo que los dispone porque se los regalaron o los heredó y no porque se ha esforzado para lograrlos.
O bien si se trata de la envidia de alguna cuestión física suele minimizarla a la misma y rescatar alguna imperfección para que no se vea como perfecta a la persona.
A lo largo de la historia la envidia ha estado muy presente en las diversas culturas. Buena muestra de ello es la cultura griega y también la romana que apostaron incluso por hacerla muy presente en sus diversas obras artísticas. Así, la han llegado a representar como una anguila o bien como la cabeza de una mujer mayor llena de serpientes.
Es interesante resaltar que además los griegos utilizaban la expresión “mal ojo” para poder definirla. Tan poderosa la consideraban que intentaban proteger a sus hijos de aquella y lo hacían aplicándoles en la frente el lodo que encontraban en el fondo de los baños.
Se trata de una preocupación que actualmente hoy día se mantiene en otras muchas culturas, lo que supone que para evitar a ese mal de ojo, el daño que alguien le pueda desear a otra persona por envidia, se hacen usos de pequeños amuletos que supuestamente la “espantan”. Este sería el caso de un colgante que es una pequeña maño de color negro.
El catolicismo considera a la envidia como uno de los sietes pecados capitales, ya que supone la fuente de otros pecados. El envidioso desea tener algo a costa de privar a otra persona de dicha posesión.
Esta doble condición de desear algo que no se tiene y pretender obtenerlo a partir de lo que otro tiene hace que la envidia cause infelicidad y dolor a aquel que experimenta el sentimiento. El envidioso no se conforma con obtener algo, sino que quiere producir mal a la persona que tiene lo que él envidia.
La psicología afirma que la envidia es un sentimiento que se niega tanto ante terceros como ante uno mismo. El envidioso desea ocultar su envidia y resulta poco frecuente que la asuma, ya que supone la aceptación de una carencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario