La timidez es una característica presente en muchas
personalidades y que se caracteriza porque quien la presenta se muestra poco
afecto a hablar en público, a vincularse con sus pares y generalmente cuando lo
tiene que hacer suele sonrojarse, ponerse nervioso y hasta tartamudear.
También, la timidez reporta a quien la padece muy poca confianza en sí mismo.
Vale destacarse que todo lo expuesto desemboca en un
condicionamiento y una limitación social que sufrirá la persona que sufre de
timidez, ya que se inclinará por apartarse, aislarse de sus pares para evitar
este sentimiento desagradable.
Ahora bien, es importante que distingamos que a cierta edad
y en determinadas circunstancias es esperable, habitual y hasta entendible que
una persona presente timidez. Por ejemplo, los niños, entre los cinco y los
doce años suelen ser tímidos y avergonzarse de determinadas situaciones
familiares y sociales, pero luego la misma pasa si es que en casa disponen de
una adecuada contención.
Ahora bien, si en el hogar se encuentra con unos padres
híper protectores que no dejan que su hijo/a sufra para así evitarles frustraciones,
entonces, indirectamente ayudarán a que prevalezca este comportamiento.
El accionar de los progenitores es muy importante a la hora
de atemperar o de propiciar que la timidez se convierta en un trastorno crónico
en su hijo, especialmente si lo sobreprotegen como dijimos o también si lo
humillan habitualmente, si son muy severos o si le infligen castigos
reiterados.
También es normal que una persona que por ejemplo se
encuentra en un contexto en inferioridad de condiciones se presente tímida, tal
es el caso de un hombre que se haya rodeado de mujeres. En este caso, la
timidez es algo pasajero y puntual y de ninguna manera condiciona totalmente a
la persona.
Pero hay otros casos en los que la timidez sí constituye un
severo problema porque bloquea a la persona y le impide un desenvolvimiento
social normal
Si bien no hay un tratamiento único y totalmente efectivo
contra la timidez existen algunas actividades que pueden ayudar a la persona
que la padece a minimizar sus efectos, tal es el caso de:
estudiar teatro, practicar técnicas que ayuden a la relajación y hacer una
psicoterapia con un profesional especializado que ayude a superar este problema
concreto.
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