El recelo es la desconfianza hacia alguien o algo. Así, ante
algunas circunstancias o personas, es posible tener un sentimiento de sospecha,
en el sentido de que hay algún aspecto que resulta extraño e inquietante.
Tener recelos en relación a algo o a alguien indica que hay
una cierta duda sobre su supuesta autenticidad, conveniencia o bondad. En este
sentido, es frecuente recibir información aparentemente positiva que, a pesar
de ello, resulta sospechosa por algún motivo (por ejemplo, porque es tan positiva
que no parece creíble).
Si un individuo tiende a no confiar en los demás, estamos
hablando de una persona recelosa, es decir, alguien muy cauto, precavido y
desconfiado. Lo opuesto a receloso sería crédulo, incauto o confiado, conceptos
que manifiestan una valoración de ingenuidad. La persona ingenua y la recelosa
serían los dos polos opuestos.
Sentir recelo o recelar forma parte de la vida cotidiana y
de nuestra cultura. De hecho, hay muchas expresiones y refranes que comunican
esta idea: piensa mal y acertarás, tener la mosca detrás de la oreja o creer
con ligereza, gran torpeza. Estos ejemplos ponen de manifiesto una
recomendación muy extendida: que debemos ser cautos y precavidos, pues un
exceso de confianza es un error.
¿Por qué tenemos recelos?
El miedo está muy presente en nuestras decisiones y no hay
que olvidar que el recelo indica un cierto temor o inseguridad. Si algo tiene
un peligro potencial (pensemos en la instalación de una central nuclear en el
lugar donde vivimos) es lógico que tengamos alguna inquietud al respecto.
El ser humano puede decir la verdad o mentir, pero no es
fácil hacer una distinción correcta de una u otra. Por este motivo, alguna
información verosímil puede originar un cierto recelo. Hay que tener en cuenta
que al mentir se intenta que la mentira parezca verdadera. Ante la duda sobre
la verdad o falsedad de algo, una postura recelosa actúa como un mecanismo de
defensa. Es una forma de estar en alerta y no bajar la guardia.
En ocasiones tenemos recelos que no están provocados por el
miedo o la duda sobre la verdad o falsedad de algo, sino por una inclinación a
un pensamiento negativo. De hecho, la persona pesimista suele recelar de los
demás y algo muy similar ocurre con el malpensado, el que tiende a opinar
negativamente sobre los demás.
Una posición intelectual escéptica o el escepticismo como
corriente de pensamiento es una tendencia muy arraigada e indica que no es
conveniente creer en exceso en cualquier idea y es preferible dudar de casi
todo.
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