La serenidad designa a la calma, la tranquilidad con la cual
alguien actúa en determinada situación o bien la apacibilidad que exhibe algo.
Con mucha serenidad uno de los vecinos ayudó al resto a evacuar el edificio que
se estaba quemando. La serenidad del viento no es algo usual en esta época del
año.
Cabe destacarse que la serenidad puede ser una
característica típica de la personalidad de un individuo, es decir, se destaca
como uno de sus rasgos salientes y será gracias a ella que la persona actuará y
se comportará de manera muy calmada, aún en aquellas situaciones más límite en
las cuales cualquiera que no disponga de esta perdería los estribos.
Entonces, podemos asegurar que la serenidad es un valor
híper positivo y una cualidad digna de observar ya que a través de ella la
persona podrá actuar con calma y esto le permitirá resolver conflictos u
obstáculos de la mejor manera posible y satisfactoriamente, o sea, con un saldo
positivo.
Al individuo que dispone de serenidad se lo calificará de
sereno/a y será fácilmente reconocible por el equilibrio y la moderación que
exhibe al actuar y pensar.
Ahora bien, como a veces suele confundírsela, vale
destacarse, que de ninguna manera la serenidad implicará el desinterés o la
apatía a la hora de actuar o respecto de algo. Muchas veces se la confunde
justamente por esa paciencia y calma que demuestra el sereno pero lejos está de
significar la ausencia de interés.
Desde la filosofía y la religión se ha abordado el tema de
la serenidad, especialmente porque se considera que en un estado de serenidad
los individuos se alejarán de los vicios y las pasiones materiales y dispondrán
de un accionar moderado al respecto de éstos, es decir, no los mandarán.
Asimismo, la serenidad se opone a las posturas radicales y propone en su lugar
el diálogo.
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