La verdadera clave de la felicidad reside en tener la
humildad de ser tú mismo y de mostrarte tal y como eres ante los demás sin
demostrar algo que no eres, de lo contrario, se produce una lucha interior.
Existen personas que viven centradas en el qué dirán, tienen miedo a aquello
que opinan los demás y sufren por querer transmitir una imagen de perfección
ante el otro. Esto es lo que lleva a muchas personas a caer en la ostentación
de presumir en exceso de aquello que tienen porque en realidad desean hacer ver
a las personas más cercanas que son muy felices.
La ostentación puede producir un rechazo en otras personas
cercanas que se sienten incómodas con alguien que transmite unos valores un
tanto superficiales de la vida. Pero en otros casos, la ostentación también
puede transmitir envidia en otras personas que viven centradas en su propia
carencia.
La clave para poner freno a la ostentación es ser prudente y
utilizar el sentido común entendiendo que la verdadera felicidad no reside en
el tener porque la dicha se esconde en los placeres más sencillos de la rutina
cotidiana. La ostentación está vinculada con la vanagloria de aquel que presume
de forma constante por todo aquello que tiene.
En las relaciones personales es fundamental buscar el
equilibrio que surge de la igualdad entre el yo y el tú. Es decir, tú eres
importante pero el otro también lo es. Tener humildad para escuchar a los demás
es el primer paso para poner freno a la ostentación de buscar demasiado
protagonismo.
Con frecuencia, existen personas que tienden a la
ostentación y quieren llenar a través de cosas materiales sus propios vacíos
internos. En vez de vivir centrado en la exterioridad, la clave de la felicidad
reside en la introspección de mirar dentro de uno mismo, ser sincero y
coherente.
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