Se trata de una
reacción emocional neutra, que no puede ser clasificada en base a su afecto
positivo o negativo, como agradable o desagradable, no sólo depende del tipo de emoción, sino de
la intensidad con la que se dispare en cada situación. En este punto conviene
hacer una aclaración importante, y es que afecto positivo y afecto negativo no
son los dos extremos de un mismo continuo, sino que son sistemas afectivos
diferentes y parcialmente independientes entre sí. En efecto, se trata de dos
dimensiones unipolares, una positiva y otra negativa, en cuyo punto de intersección
se sitúa la sorpresa.
Una última característica propia de la sorpresa viene dada
por el hecho de ser la emoción más breve de cuantas existen. De este modo, esta
emoción se produce de forma súbita ante una situación novedosa o extraña, y
desaparece con la misma rapidez con la que apareció. Además, suele dar lugar,
también de un modo muy rápido, a la aparición de otras emociones.
De esta manera, se puede definir la sorpresa como una emoción
singular, que se caracteriza por su reacción ante algo imprevisto o extraño, y,
como consecuencia de ello, la atención, la memoria de trabajo y en general
todos los procesos psicológicos se dedican a procesar la estimulación
responsable de esta reacción. Las principales condiciones elicitadoras de esta
emoción son las siguientes:
En general, los estímulos novedosos, de una intensidad débil
o, como mucho, moderada.
La aparición de acontecimientos inesperados o fuera de
contexto.
Los aumentos bruscos en la intensidad de la estimulación.
La interrupción inesperada o el corte de una actividad en
curso.
En cuanto a las funciones de la sorpresa, tal y como ocurre
con la mayoría de las emociones básicas, las funciones adaptativas son las que
juegan un papel más prominente. Así, la sorpresa facilita la aparición de una
reacción emocional y conductual apropiadas ante situaciones novedosas. Para
ello, elimina las actividades residuales en el sistema nervioso central, que
pueden interferir con la reacción apropiada ante las nuevas exigencias de la
situación. De este modo, produce el bloqueo de otras actividades y la
concentración de esfuerzos en el análisis del evento sorprendente o inesperado,
que es mayor cuando las condiciones tienen una alta relevancia motivacional.
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