El orgullo es sin dudas uno de los conceptos más familiares
con el que las personas nos encontramos en nuestras vidas porque se usa para
denominar una característica de la personalidad de una persona, siendo éste el
sentido negativo que se le atribuye a la palabra. Y por otra parte, nos
encontramos con otro uso, asociado a lo positivo, como contrapartida del
anterior.
Cuando una persona cree que siempre tiene razón y aunque
efectivamente no la tenga en alguna cuestión o asunto, jamás lo reconocerá o
admitirá a causa de justamente su orgullo. A la persona que actúa en este
sentido se la denomina popularmente como orgullosa/o. Laura es tan orgullosa
que nunca nos reconocerá que se equivocó cuando nos dio mal la dirección de
encuentro.
Generalmente este sentido del término orgullo es relacionado
con la soberbia y se lo utiliza por caso como sinónimo de esta palabra. Porque
cuando hay orgullo hay soberbia también, creerse que uno siempre tiene la
razón, que se es superior y mejor que el resto aunque claramente no se lo sea.
Es habitual por esto que hemos comentado que las personas
orgullosas, que disponen del orgullo como característica saliente de su
personalidad, no sean muy queridas por su entorno, y aún más en cierto punto se
las desprecie y haga de lado porque resulta ciertamente difícil de tratar con
ellas.
El orgullo en este sentido debe ser considerado y tratado si
es posible porque como dijimos le puede traer a la persona muchísimos problemas
de relacionamiento con sus pares.
Y por otra parte, el término orgullo suele ser empleado para
dar cuenta de aquella satisfacción personal que se experimenta por la
consecución de un logro propio o relativo a uno mismo, es decir, por ejemplo,
el éxito de algún ser querido, y que por supuesto se considera muy valioso, ya
sea porque se lo estuvo deseando o esperando desde hace tiempo o bien porque
las circunstancias en las cuales se dio, o bien el valor que ostenta, resulta y
hace que uno se sienta plenamente satisfecho por el mismo.
Entonces, la significación positiva o negativa del concepto
estará determinada por la perspectiva filosófica que se tenga en cuenta. En un
sentido general, el orgullo suele referirse a la valoración del Yo sobre los
deseos y los logros de los otros.
Una de las tantas valoraciones negativas del término
resultan del cristianismo que relaciona al orgullo con la persona vanidosa y
prepotente que suele dejar a Dios de lado. Más aún, para profundizar y
confirmar esta concepción absolutamente negativa que la doctrina católica le
imprime al concepto vale destacar que para la Iglesia Católica, el orgullo, la
soberbia, es uno de los siete pecados capitales que pueden afectar al hombre
muy negativamente, en su relación con Dios por supuesto y también con sus
hermanos de fe. Como vemos, la religión católica cuestiona y tiene una visión
muy crítica del orgullo a punto tal de considerarlo como un pecado capital, un
gran vicio, del cual el verdadero cristiano debe corregir para poder estar en armonía con la moral
cristiana.
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