El regocijo es un tipo de alegría, aquella que
experimentamos a nivel interno a partir de la satisfacción por un fin positivo.
Por ejemplo, una persona que está enamorada y es correspondida, se recrea en el
regocijo por el propio amor que deja un sabor dulce en el corazón. El amor es
una de las principales causas de regocijo en nuestra vida. Los padres disfrutan
de momentos de felicidad cotidiana compartidos en familia y se regocijan por la
alegría de ver crecer a sus hijos felices y sanos.
Además, cualquier buena acción que realizamos de corazón y
que nos hace darnos cuenta de que no existe mejor premio a la realización del
bien que el bien en sí mismo, es también motivo de alegría interior. Por el
contrario, la realización de una mala acción produce remordimientos de
conciencia que se oponen a este tipo de tranquilidad de ánimo.
Y es que, el regocijo interior muestra un recrearse en el
recuerdo de ese motivo de felicidad. Este sentimiento va acompañado de la
serenidad de ánimo, la tranquilidad y la alegría. El arte también eleva el
espíritu como muestra la contemplación estética de un cuadro, escuchar música
clásica causa emociones agradables, el cine o un libro también son formas de
entretenimiento cultural que pueden causar un gran regocijo en forma de deleite
con la trama del argumento de la historia.
Los momentos de amistad profunda, esos instantes de corazón
en los que compartimos momentos con amigos a los que no vemos tanto tiempo como
nos gustaría, causan el regocijo del reencuentro que a su vez, deja un recuerdo
prolongado en la memoria.
Una buena noticia inesperada, un hecho esperado y deseado
que aporta un toque de luz a la rutina cotidiana también causa esta alegría en
el corazón que ilumina la vida. En medio de la prisa con la que vivimos, el
regocijo muestra ese recrearnos en los detalles de una causa que nos hace
felices. La alegría no es un medio sino un fin en sí mismo.
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