La paciencia es la virtud de mantener la calma ante la
adversidad y los momentos de necesidad. Es importante destacar que es diferente
de la pasividad frente al dolor; por el contrario, la paciencia mantiene la
calma para encontrar las soluciones a los momentos difíciles, o por lo menos,
para evitar que estos sean peores.
La paciencia también es importante para la consecución de
objetivos y la concreción de proyectos. Así, es frecuente que para llegar a una
determinada meta se deban superar escollos y problemas. También es natural que
muchos planes no terminen como empezaron. En todas estas circunstancias es
importante mantener la calma para sobreponerse a los reveses y continuar con lo
proyectado, aprendiendo de los errores y de los infortunios.
La paciencia ha sido materia de reflexión y valoración entre
algunas religiones, en especial, en el cristianismo. En general, se la liga a
la racionalidad y a la mencionada capacidad para sobrellevar dificultades. No
obstante, en este caso, no solo se liga a un bien temporal, sino también a un
medio para alcanzar la trascendencia.
Es importante rescatar la importancia de este valor que,
siendo bien entendido, puede significar una mejora en la calidad de vida. Se
hace especialmente necesario en estos tiempos, en donde siempre se demandan
soluciones fáciles y efímeras.
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