Aunque no se trata de una palabra que en nuestro idioma usemos
con mucha frecuencia, el término que nos ocupa, sosiego, se puede usar cuando
se refiere a la tranquilidad, la calma y la serenidad que caracteriza a algo,
un acontecimiento, un lugar, o una persona, entre otras alternativas.
Se vincula con
cuestiones como la paz, la moderación y
la relajación, se la considerará como positiva, es decir, transmite una idea,
una referencia agradable.
Donde es más habitual de encontrarla es en aquellos escritos
o textos de corte poético, donde los autores la suelen emplear para referir la
calma que domina a un lugar geográfico. Aquellos lugares poco poblados en el
campo, cerca del mar, que se relatan y describen en algunas obras literarias
son descriptos como dueños de sosiego.
Como consecuencia, el caos, la intranquilidad, la alarma, la
excitación y el desasosiego son las caras opuestas al sosiego y lo que nos
permite identificar y valorar el sosiego, porque en definitivas cuentas a quien
le gusta atravesar momentos de caos o de intranquilidad… a nadie por cierto y
entonces de ello surge su gran valoración.
Si bien hay personas que gustan del ruido de la ciudad o de
estar constantemente activas, desplegando tareas, yendo de un lugar al otro, lo
que popularmente se dice no paran ni un minuto o no tienen tiempo para nada, un
rato de sosiego siempre se recomienda como ideal para poder relajarse de las obligaciones
y el trajín diario y por supuesto para reflexionar acerca de aquellas
cuestiones importantes, que si uno está metido en la vorágine difícilmente lo
puede hacer.
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