Se conoce como fracaso a la falta de éxito o resultado
adverso que una persona obtendrá como respuesta a alguna empresa, proyecto o
trabajo que haya presentado ante otros y que claro no tuvo el resultado
positivo que se esperaba.
Para una sociedad tan competitiva como la de hoy en día en
la cual nos toca vivir, desarrollarnos y por que no también en algunos
momentos, sobrevivir, el fracaso es uno de los grandes cucos a combatir y como
suele suceder cuando esto último resulta imposible no quedará otra que la de
aprender a convivir con el sin que sea la muerte de nadie y también aprender
sobre el para en el futuro no volver a repetir los mismos errores.
El fracaso es un estado que afecta únicamente a los seres
humanos, en tanto, aparejado y en estrecha relación con el fracaso se encuentra
la desilusión y en casos más extremos, la depresión como consecuencia de este y
de la cual hablábamos también ya que la
imposibilidad de conseguir la meta propuesta, indefectiblemente, llevará a
muchas personas a experimentar estos estados.
En tanto, yo creo que casi a la par de grandes insultos como
tarado, idiota, mogólico, hijo de… se encuentra el calificativo de fracasado.
Como les decía recién, hoy en día, calificar a alguien de fracasado se termina
convirtiendo en un estigma difícil de sobrellevar y aunque pueda sonar bastante
drástico y terminante, a la mayoría de las personas se les hace muy cuesta
arriba volver y sobreponerse de un fracaso.
Esto último más que nada yo creo que se da como
consecuencia, que tanto en la escuela como en casa, no existe una formación o
una visión positiva acerca de el, es decir, nosotros crecemos huyendo de el,
cuando en realidad, capaz lo más aconsejable sería aprender más de el,
experimentarlo, para que el día que nos toque vivirlo, no sea el fin del mundo,
sino la inevitable consecuencia del crecimiento que implica que en varios pasos
que demos alguna vez aparecerá un error del cual además de sufrirlo, que no
está mal, aprenderemos.
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