lunes, 30 de enero de 2017

EXTRAÑEZA

Extrañeza es una emoción que se genera en nosotros cuando hay algo que nos resulta fuera de lo habitual, que no es lo acostumbrado o que nos causa asombro o sorpresa.
Hay situaciones o comportamientos de otras personas que nos pueden causar esta emoción, esta sensación. Pero también puede aparecer dentro de nosotros.
En ocasiones, podemos sentirnos extraños a nivel físico; cuando ocurre esto se puede deber a varias razones entre las que se encuentra la posibilidad de estar en proceso de incubación de una enfermedad. Es importante atender a estas sensaciones e ir al médico si fuese necesario.
Por otro lado, la sensación de extrañeza podemos sentirla a nivel emocional; cuando ocurre esto debemos actuar de forma similar que cuando es a nivel físico. Busquemos que cosas de nuestro entorno, de la situación o de las personas que nos rodean han podido modificarse e intentemos identificar qué efecto está causando en nosotros.
Es importante entrenar la conciencia emocional y percibir nuestros cambios y el origen de ellos para poder actuar en consecuencia y no dejarnos dominar por las emociones y poderlas expresar de forma canalizada.
¿Cuáles son los síntomas de la extrañeza? 
Sentimos que algo es diferente en nosotros o en el ambiente.
Hay sentires difusos, sensaciones que parecen niebla emocional porque solo indican cierto grado de desorientación o de incomodidad. Precisamente cuando decimos que nos sentimos raros o extraños nos estamos haciendo referencia a esto. ¿Quién no se ha sentido extraño, raro, alguna vez?  Hablemos de qué es sentirse raro y cómo podemos afrontarlo.
En esta modalidad la extrañeza se define por una cierta indefinición emocional, difusa, así como el hecho de ir acompañada de una valoración negativa por parte de quien lo experimenta. Pero ambas características son engañosas puesto que encierran otras que inicialmente no se dejan ver. habitualmente el malestar asociado suele tener que ver con un dolor que o no queremos ver, o es el sumatorio de pequeños dolores que coinciden en el mismo tiempo.
Niebla emocional
El origen de ese sentimiento a veces tiene que ver con una situación, como entrar a un lugar nuevo y que todos te miren. Otras veces es más interno y tiene que ver con cambios personales. Por último hay ocasiones en el que el punto de partida es mixto, como las derivadas de la combinación de una enfermedad, por ejemplo, con el proceso personal de aceptarla. Nos podemos sentir extraños con personas que consideramos cercanas pero con las que descubrimos que hemos perdido la conexión, o nos encontramos raros realizando tareas que de alguna forma nos hemos visto forzados a hacer. Son muchas las ocasiones en las que nos vemos raros.
Si profundizamos un poco podremos llegar a que la extrañeza nos lleva a otros sentimientos o emociones que se esconden tras la aparente neutralidad emocional de la tibieza del sentirse raro, de algo tan disculpable como no tener un buen día.
Tendemos a pensar estáticamente como si la realidad no cambiara, cuando precisamente sucede todo lo contrario. Es normal que en ocasiones sintamos nítidamente esos procesos de cambio y que éstos nos originen esa sensación de extrañeza. Observemos pues qué ha cambiado en nosotros, en nuestra vida, en nuestras emociones durante los últimas horas o días.
Aquello que no comprendemos nos origina un cierto vértigo, un miedo generado porque nos sentimos  vulnerables ante la amenaza con la que percibimos lo desconocido. En este caso la extrañeza viste más de perplejidad, de frustración ante la imposibilidad de entender o de dar una explicación a lo que sucede. así pues la recomendación es la de pensar si hay algo de todo esto en los sucesos cotidianos recientes.
Sentirse raro es también una respuesta, una reacción ante el entorno en el que nos movemos y en el que nuestra identidad, nuestras ideas, nuestros gustos entran en contacto y en relación con los de los demás. Así podemos encontrarnos con una segunda modalidad de extrañeza que tiene que ver con la evidencia de diferencia. En este caso no suele generar malestar salvo por problemas derivados de la falta de adaptación, pero se trata de algo mucho más contextual que en el primer caso.
Hay que entender también que acostumbramos a desenvolvernos en lo que entendemos por normalidad, lo que se hace, lo que se considera correcto porque todos lo hacen. En realidad la normalidad es un concepto estadístico al que concedemos rango de indicador hasta el punto de incomodarnos cuando nos encontramos fuera de los límites artificiales de la hipótesis de normalidad.
Hay personas que buscan ser raras, que se deleitan en la extravagancia por el beneficio de sentirse diferentes al resto, hasta el punto de buscar permanentemente sentirse así. Es evidente que sentirse diferente es un derecho y que, de hecho, puede ser positivo. Pero es importante ser honesto con nuestro ejercicio de la diferencia puesto que marcar ciertos límites no es más que una señal que  informa de nuestra posición en un mapa y no debemos confundirla con el norte de la brújula.



























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