Aprender a esperar no siempre resulta fácil, sin embargo, es
más que necesario recordar que los tiempos que marca la realidad no siempre se
ajustan a las expectativas personales.
La impaciencia define la actitud de aquellas personas que
tienen una baja tolerancia hacia la frustración,desean tener el control de
todas las situaciones y quieren ir un paso por delante de la realidad misma.
Desde este punto de vista, la impaciencia produce estrés y ansiedad en aquel
que a través de su actitud no camina de un modo relajado sino acelerado.
Una persona puede ser impaciente en distintos ámbitos de su
vida. Por ejemplo, en el plano laboral la impaciencia se muestra en el deseo de
aquel que quiere alcanzar el éxito profesional de un modo automático o se
frustra cuando no observa resultados visibles a corto plazo ante sus
iniciativas.
Desde el punto de vista sentimental, es posible ser
impaciente cuando aquel que está enamorado avanza en su historia a una
velocidad de vértigo. La paciencia tiene un límite y esto es muy saludable ya
que también nos ayuda a protegernos de aquellas situaciones en las que otra
persona pueda vulnerar nuestros derechos.
La impaciencia conduce al exceso de perfeccionismo de no
valorar los logros personales tal y como son al desear siempre más. Desde el
punto de vista de la edad, los niños tienden a ser muy impacientes como muestra
el hecho de que cuando quieren un capricho, lo quieren al momento.
La adolescencia también es una etapa marcada por una
rebeldía casi innata. Con el proceso de la madurez, y el aprendizaje propio de
la edad adulta, las personas también aprenden a tener una mejor gestión
emocional.
¿Qué nos hace darnos cuenta de que la impaciencia no conduce
a ningún fin positivo? Que el tiempo pasa de un modo inevitable, la vida no es
eterna y es muy importante aprovecharla a través de vivencias positivas. La
impaciencia nos lleva a no disfrutar del camino hacia una meta al poner
únicamente la atención en el resultado de una acción, sin embargo, la paciencia
conduce a la maravillosa experiencia de disfrutar del camino recorrido como un
tesoro vital. La felicidad no solo está en la mente sino también, en el
proceso.
El verdadero éxito queda reservado para aquellos que desde
el punto de vista emocional, dan más oportunidades, no se dejan arrastrar por
la impaciencia. Es decir, son pacientes en el amor, en la amistad, en el
trabajo...
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