miércoles, 25 de enero de 2017

FRAGILIDAD

La fragilidad está presente desde la cuna
La llegada de un recién nacido es la prueba manifiesta. Desde que nacemos somos frágiles, y seguimos siéndolo durante mucho más tiempo que cualquier otro ser vivo. «Necesitamos un sinfín de cuidados para poder vivir y desarrollarnos», somos los animales más vulnerables, a pesar de que nos empeñemos en modificar este dato con los avances de la ciencia y la tecnología. De forma inconsciente, convertirse en adulto se basa esencialmente en dejar atrás ese estado. Sin embargo, aunque nos hayamos convertido en jefes de Estado o en panaderos, sigue quedando en nosotros, debido a nuestra larga dependencia, cierta vulnerabilidad.
La fragilidad: una de las claves para poder relacionarse
«De nuestra fragilidad deriva nuestra capacidad para relacionarnos», si no fuéramos vulnerables, no podríamos desarrollar la capacidad de «hacer juntos». En efecto, toda la construcción de la sociedad humana descansa sobre esta capacidad de decir al otro: «ayúdame, hazlo conmigo, te voy a ayudar, enséñame». Por eso, mostrarnos vulnerables es positivo. «Para imaginarse juntos, hay que empezar por confesar una carencia y por reconocer que no somos autosuficientes»,y eso hay que hacerlo en muchos ámbitos, tanto en el amor como en el trabajo.
En cambio, creer que solo contamos con nosotros mismos y vivir en consecuencia da lugar a relaciones basadas en las luchas de poder, la competencia y los resultados. Pero basta que haya una catástrofe, aunque solo sea de tipo natural, para que manifestemos nuestra gran vulnerabilidad, y, por tanto, aparezca la solidaridad. «Desde que el recuerdo de que somos seres mortales nos viene a la mente, nos tratamos con más cuidado».
Por otro lado, la calidad de nuestras relaciones radica en el reconocimiento de que nuestras diferencias son zonas de fragilidad. «Cuando no sabemos quién es el otro, ya se trate de un hombre frente a una mujer, o de un empleado en huelga frente a su jefe, la única forma de entrar en contacto es aceptar esta zona de vulnerabilidad y desconocimiento para poder escuchar»,  «La fragilidad se convierte entonces en un pasaporte hacia un auténtico trabajo colectivo», tanto en el plano amoroso como social.
Lo normal es que se nos prohíba mostrarnos vulnerables desde la infancia. Cuando nos caemos, perdemos un pariente o una mascota, solemos negar las sensaciones y sentimientos que experimentamos. Para poder volver a mostrar que somos vulnerables debemos empezar por reconocerlo. Al llegar a la edad adulta, hay que reaprender a sentirse más frágil, es decir, menos preparado para asumir una ruptura amorosa o para enfrentarnos a un proceso de duelo o una enfermedad. Negar el impacto de ciertos acontecimientos puede hacer que perdamos fuerzas de forma duradera; mientras que el hecho de compartir va a crear un vínculo, e incluso a incitar a la otra persona a apoyarnos, y, por lo tanto, nos ayudará a recobrar las fuerzas.
Hoy en día es muy común buscar apoyo en el saber, en el adquirido en la escuela o la universidad, para protegernos de todos los sentimientos que nos hacen sentir vulnerables. No obstante, basta con aceptar la verdad para darse cuenta de que, al final, todos nos encontramos en la misma situación, con independencia de nuestra posición social... Confesarlo podría evitarnos un gran número de tensiones.
Una de las principales manifestaciones de una vulnerabilidad no reconocida es sin duda la depresión. Los médicos, al igual que el resto de personas que nos rodean, se empeñan en anularla, cuando lo que realmente hay que hacer es tomarla en consideración. «El deseo de curar la depresión, en lugar de acompañarla, impide que tenga lugar».Además, añade que cada metamorfosis que se opera en un ser vivo es una gran muestra de fragilidad, como los períodos de mudas en el caso de los animales. Por ende, la depresión puede descodificarse como si se tratara de una llamada; la de un ser frágil que solicita formar parte de otro mundo; la de la relación; la de la palabra; la de la unión; y la de ser reconocido por lo que uno es y no por lo que se cree que debería ser.
Ser sensible no es malo,  es una gran cualidad sin duda alguna, lo que ocurre normalmente es que las personas confunden la sensibilidad con debilidad o fragilidad. Al contrario de lo que puede parecer ser sensible no es ser frágil , las personas sensibles son receptivas a lo que ocurre en su entorno y los convierte en personas empáticas y mas abiertas a los sentimientos, la empatía levanta el espíritu tanto de quien la da como de quien la recibe . Una persona sensible es una persona que vive intensamente y comprende y acepta todo lo que ocurre en su alrededor. Ser sensible hace que la persona resulte encantadora, lo que aveces ocurre es que sea presa de personas tóxicas , manipuladoras o crueles. Ser sensible se puede confundir aveces con fragilidad emocional , pues entendemos que la persona es débil , el concepto es totalmente erróneo ya que la fragilidad emocional puede ser un síntoma de otros trastornos como puede ser ansiedad , depresión , ser frágil anímicamente se caracteriza por una incapacidad para gestionar emociones intensas y subidas y bajadas de ánimo , una incapacidad para controlar el llanto u otras manifestaciones emocionales. Las personas sensibles son seguros y prácticos y saben reírse de si mismos, sobre todo inspiran a otros a confiar en ellos.
Muchas veces no nos damos cuenta pero conocemos a muchas personas en nuestro entorno  que pasan desapercibidos pero que luchan por ocultar sus sentimientos y luchan para poder llevar una vida plena y no quieren que percibamos su fragilidad emocional , estas personas muchas veces tienen que luchar contra la incomprensión y el estigma de otras personas. Se suelen etiquetar a las personas emocionalmente , es una practica habitual , y sobre todo a las personas sensibles catalogándolas como personas débiles o frágiles emocionales esto lleva a un gran error ya que estas personas sensibles no tienen porque serlo. Nunca hay que dejar de ser sensible , hay que saber discriminar entre los dos terminos. También hay que saber afrontar los comentarios que muchas veces tienen que soportar las personas sensibles , ya que muchas veces provienen de personas que no entienden los conceptos entre sensibilidad y fragilidad .
Aquellos que son sensibles conocen la valentía de poder expresar sus sentimientos en público , son capaces de reconocer y comprender las emociones , esto hace poder hacer frente a los obstáculos internos y eso es precisamente lo que no haría una persona frágil o débil.
Ser sensible es un rasgo de la personalidad muy importante y es esencial que no se confunda en ningún momento con debilidad emocional . Todos hemos visto hasta el hombre mas rudo emocionarse por una caricia , una película , un niño sonriendo, un amanecer o simplemente unas palabras sencillas, esto nos tendría que hacer reflexionar y entender la importancia y el gran valor de ser sensible .
Creo sinceramente que evitaríamos muchos sufrimientos si las personas fuéramos mas empáticas , sensibles y compasivas, esta es la base de una sociedad sana , este es un rasgo importantísimo en las personas con un alto nivel de inteligencia emocional , saber comprenderse a si mismo es la vía para poder entender a los demás.
Nuestra fragilidad puede presentarse de varias maneras: desde tener el corazón en un puño a consecuencia de una pelea con una amiga, hasta perder la voz antes de una reunión importante, pasando por la sensación de estar hundido tras un duelo. Solemos tenerles miedo, sobre todo porque en nuestra sociedad cada vez hay menos espacio para ellas. No obstante, son necesarias. La vulnerabilidad nos permite estar en contacto con nuestros sentimientos y relacionarnos. ¿Hemos olvidado que en su momento no fuimos más que colosos con pies de barro?

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