La llegada de un recién nacido es la prueba manifiesta.
Desde que nacemos somos frágiles, y seguimos siéndolo durante mucho más tiempo
que cualquier otro ser vivo. «Necesitamos un sinfín de cuidados para poder vivir
y desarrollarnos», somos los animales más vulnerables, a pesar de que nos
empeñemos en modificar este dato con los avances de la ciencia y la tecnología.
De forma inconsciente, convertirse en adulto se basa esencialmente en dejar
atrás ese estado. Sin embargo, aunque nos hayamos convertido en jefes de Estado
o en panaderos, sigue quedando en nosotros, debido a nuestra larga dependencia,
cierta vulnerabilidad.
La fragilidad: una de las claves para poder relacionarse
«De nuestra fragilidad deriva nuestra capacidad para
relacionarnos», si no fuéramos vulnerables, no podríamos desarrollar la
capacidad de «hacer juntos». En efecto, toda la construcción de la sociedad
humana descansa sobre esta capacidad de decir al otro: «ayúdame, hazlo conmigo,
te voy a ayudar, enséñame». Por eso, mostrarnos vulnerables es positivo. «Para
imaginarse juntos, hay que empezar por confesar una carencia y por reconocer
que no somos autosuficientes»,y eso hay que hacerlo en muchos ámbitos, tanto en
el amor como en el trabajo.
En cambio, creer que solo contamos con nosotros mismos y
vivir en consecuencia da lugar a relaciones basadas en las luchas de poder, la
competencia y los resultados. Pero basta que haya una catástrofe, aunque solo
sea de tipo natural, para que manifestemos nuestra gran vulnerabilidad, y, por
tanto, aparezca la solidaridad. «Desde que el recuerdo de que somos seres
mortales nos viene a la mente, nos tratamos con más cuidado».
Por otro lado, la calidad de nuestras relaciones radica en
el reconocimiento de que nuestras diferencias son zonas de fragilidad. «Cuando
no sabemos quién es el otro, ya se trate de un hombre frente a una mujer, o de
un empleado en huelga frente a su jefe, la única forma de entrar en contacto es
aceptar esta zona de vulnerabilidad y desconocimiento para poder
escuchar», «La fragilidad se convierte
entonces en un pasaporte hacia un auténtico trabajo colectivo», tanto en el
plano amoroso como social.
Lo normal es que se nos prohíba mostrarnos vulnerables desde
la infancia. Cuando nos caemos, perdemos un pariente o una mascota, solemos
negar las sensaciones y sentimientos que experimentamos. Para poder volver a
mostrar que somos vulnerables debemos empezar por reconocerlo. Al llegar a la
edad adulta, hay que reaprender a sentirse más frágil, es decir, menos
preparado para asumir una ruptura amorosa o para enfrentarnos a un proceso de
duelo o una enfermedad. Negar el impacto de ciertos acontecimientos puede hacer
que perdamos fuerzas de forma duradera; mientras que el hecho de compartir va a
crear un vínculo, e incluso a incitar a la otra persona a apoyarnos, y, por lo
tanto, nos ayudará a recobrar las fuerzas.
Hoy en día es muy común buscar apoyo en el saber, en el
adquirido en la escuela o la universidad, para protegernos de todos los
sentimientos que nos hacen sentir vulnerables. No obstante, basta con aceptar
la verdad para darse cuenta de que, al final, todos nos encontramos en la misma
situación, con independencia de nuestra posición social... Confesarlo podría
evitarnos un gran número de tensiones.
Una de las principales manifestaciones de una vulnerabilidad
no reconocida es sin duda la depresión. Los médicos, al igual que el resto de
personas que nos rodean, se empeñan en anularla, cuando lo que realmente hay
que hacer es tomarla en consideración. «El deseo de curar la depresión, en
lugar de acompañarla, impide que tenga lugar».Además, añade que cada
metamorfosis que se opera en un ser vivo es una gran muestra de fragilidad,
como los períodos de mudas en el caso de los animales. Por ende, la depresión
puede descodificarse como si se tratara de una llamada; la de un ser frágil que
solicita formar parte de otro mundo; la de la relación; la de la palabra; la de
la unión; y la de ser reconocido por lo que uno es y no por lo que se cree que
debería ser.
Ser sensible no es malo,
es una gran cualidad sin duda alguna, lo que ocurre normalmente es que
las personas confunden la sensibilidad con debilidad o fragilidad. Al contrario
de lo que puede parecer ser sensible no es ser frágil , las personas sensibles
son receptivas a lo que ocurre en su entorno y los convierte en personas
empáticas y mas abiertas a los sentimientos, la empatía levanta el espíritu tanto
de quien la da como de quien la recibe . Una persona sensible es una persona
que vive intensamente y comprende y acepta todo lo que ocurre en su alrededor.
Ser sensible hace que la persona resulte encantadora, lo que aveces ocurre es
que sea presa de personas tóxicas , manipuladoras o crueles. Ser sensible se
puede confundir aveces con fragilidad emocional , pues entendemos que la
persona es débil , el concepto es totalmente erróneo ya que la fragilidad
emocional puede ser un síntoma de otros trastornos como puede ser ansiedad ,
depresión , ser frágil anímicamente se caracteriza por una incapacidad para
gestionar emociones intensas y subidas y bajadas de ánimo , una incapacidad
para controlar el llanto u otras manifestaciones emocionales. Las personas sensibles
son seguros y prácticos y saben reírse de si mismos, sobre todo inspiran a
otros a confiar en ellos.
Muchas veces no nos damos cuenta pero conocemos a muchas
personas en nuestro entorno que pasan
desapercibidos pero que luchan por ocultar sus sentimientos y luchan para poder
llevar una vida plena y no quieren que percibamos su fragilidad emocional ,
estas personas muchas veces tienen que luchar contra la incomprensión y el
estigma de otras personas. Se suelen etiquetar a las personas emocionalmente ,
es una practica habitual , y sobre todo a las personas sensibles catalogándolas
como personas débiles o frágiles emocionales esto lleva a un gran error ya que
estas personas sensibles no tienen porque serlo. Nunca hay que dejar de ser
sensible , hay que saber discriminar entre los dos terminos. También hay que
saber afrontar los comentarios que muchas veces tienen que soportar las
personas sensibles , ya que muchas veces provienen de personas que no entienden
los conceptos entre sensibilidad y fragilidad .
Aquellos que son sensibles conocen la valentía de poder
expresar sus sentimientos en público , son capaces de reconocer y comprender
las emociones , esto hace poder hacer frente a los obstáculos internos y eso es
precisamente lo que no haría una persona frágil o débil.
Ser sensible es un rasgo de la personalidad muy importante y
es esencial que no se confunda en ningún momento con debilidad emocional .
Todos hemos visto hasta el hombre mas rudo emocionarse por una caricia , una
película , un niño sonriendo, un amanecer o simplemente unas palabras
sencillas, esto nos tendría que hacer reflexionar y entender la importancia y
el gran valor de ser sensible .
Creo sinceramente que evitaríamos muchos sufrimientos si las
personas fuéramos mas empáticas , sensibles y compasivas, esta es la base de
una sociedad sana , este es un rasgo importantísimo en las personas con un alto
nivel de inteligencia emocional , saber comprenderse a si mismo es la vía para
poder entender a los demás.
Nuestra fragilidad puede presentarse de varias maneras:
desde tener el corazón en un puño a consecuencia de una pelea con una amiga,
hasta perder la voz antes de una reunión importante, pasando por la sensación
de estar hundido tras un duelo. Solemos tenerles miedo, sobre todo porque en
nuestra sociedad cada vez hay menos espacio para ellas. No obstante, son
necesarias. La vulnerabilidad nos permite estar en contacto con nuestros
sentimientos y relacionarnos. ¿Hemos olvidado que en su momento no fuimos más
que colosos con pies de barro?
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