La humillación es el acto a partir del cual un individuo es
descubierto o puesto en evidencia en determinada situación, la cual
generalmente es vergonzante, y esto se lo hace ante un público numeroso que
contempla directamente la escena. La primera reacción que manifestará la
persona humillada será la vergüenza.
Entonces, cualquier comentario, acción, que alguien
despliega con la clara misión de denigrar de modo extendido a otro,
especialmente al respecto de cuestiones como ser las creencias políticas, religiosas
que ostenta o las preferencias sexuales a las que se inclina, entre otras
alternativas, constituye una humillación.
Cabe destacarse que la destinataria directa que se afecta en
una humillación es la dignidad de la persona en cuestión. Por ejemplo, en una
reunión de amigos, uno de los miembros del grupo expone abiertamente la
sexualidad de otro integrante que al momento guardaba con recelo y en la más
absoluta intimidad tal información.
En la mayoría de las humillaciones existe un concreto
atropello a los derechos humanos y por tal cuestión es que en el mundo existen
diferentes organizaciones que velan por estos derechos que se enfrentan
directamente a la humillación y proponen su absoluto y rotundo castigo.
Por tal cuestión es que también una importante cantidad de
países admiten en sus legislaciones penas para determinadas humillaciones que
afectan clara y profundamente algunos derechos.
Si bien la humillación es una situación a la cual la mayor
parte de los seres humanos le huimos, existe una porción importante de personas
que la aceptan y la consensuan en sus vidas como una práctica habitual y
normal.
Algunas prácticas sexuales como el sadomasoquismo, que
promueve la obtención de placer a partir de la implementación de actos crueles,
le otorgan a la humillación un papel preponderante. En este tipo de relación es
común que las parejas que la practican se humillen mutuamente, ya sea
gritándose o infringiéndose daño físico.
También, es frecuente que la humillación aparezca en los
espacios laborales y esté dirigida desde el sector de poder, de mando, hacia
los sectores que no disponen de autoridad alguna. Un ejemplo clásico es el del
jefe que continuamente humilla a un empleado a partir de comentarios hirientes
o pidiéndole el cumplimiento efectivo de tareas insalubres.
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