miércoles, 11 de enero de 2017

INESTABILIDAD

Uno de los puntos más importantes de la felicidad es la estabilidad de ánimo. Sin embargo, hasta llegar a dicha estabilidad las personas también pueden sufrir periodos de modificación del carácter y cambios bruscos de humor, en definitiva, inestabilidad. Una sensación que hace que la persona condicione su propio bienestar a partir de las circunstancias externas.
Aquel que ha alcanzado la estabilidad de ánimo sabe que siempre existirán motivos de preocupación pero también sabe que existen motivos de gratitud. De lo que se trata es de elegir aquello que te haga bien a ti. La inestabilidad de ánimo produce un gran desgaste interior porque es como vivir en la noria de la emoción en la que todo es efímero y pasajero. Las alegrías son muy relativas ante la fuerza de la tristeza y el pesar.
Esta inestabilidad del carácter trae consigo consecuencias negativas: dificultades en las relaciones personales ya que los demás no suelen entender los imprevisibles cambios de carácter de aquel que reacciona de forma inesperada en determinado momento, falta de tolerancia a la frustración por parte de aquel que se hunde ante la primera debilidad, un desgaste de energía que produce un gran agotamiento emocional y físico.
Resulta agotador estar adaptándote continuamente a un nuevo ánimo. La persona vive en una especie de montaña rusa en la que atraviesa etapas de distinto ritmo: tristeza, alegría, euforia desmedida o desánimo extremo. Estos cambios de humor también influyen en la percepción de la realidad que tiene la persona.
En muchas ocasiones, estos cambios bruscos de humor pueden ser un síntoma que muestra el malestar interior que experimenta esa persona que no se siente bien consigo misma. Por ejemplo, una persona que sufre un duelo por un desamor puede experimentar esta inestabilidad.
La inestabilidad también puede ser una consecuencia del carácter enamoradizo de aquella persona que deposita de forma frecuente sus expectativas en una tercera persona y finalmente se hunde cuando se da cuenta de que esa persona no encaja en el nivel de perfección de la idealización inicial. Cualquier tipo de dependencia produce inestabilidad porque nos aleja de nuestro propio centro vital. La felicidad depende de ti mismo.
Por ejemplo, cuando un matrimonio sufre una crisis grave y está al borde de la ruptura. Una persona con un largo currículum sentimental que enlaza una ruptura tras otra también puede considerarse inestable a nivel afectivo para comprometerse en una relación seria.
Tal vez en tu entorno más cercano has conocido a una persona que un día es muy comunicativa, y al día siguiente se muestra antipática (imagina que este tipo de giros se producen con una periodicidad notable). Esta inestabilidad del carácter afecta, en primer lugar, a quien lo sufre que tiende a fijarse más en los defectos de los demás que a analizar su propio modo de ser y las consecuencias que este carácter puede traer a su vida. La inestabilidad también puede remitir a los cambios de humor.
Desde el punto de vista psicológico, el concepto inestable remite al carácter de aquella persona que tiene constantes cambios de humor y variaciones en su modo de ser. Estos cambios de carácter resultan difíciles de comprender a nivel externo ya que una persona con estos cambios de humor desconcierta a los demás. Conviene puntualizar que en algunos casos, detrás de estos cambios de ánimo puede existir una causa concreta. Por ejemplo, una persona que está sufriendo una amargura interior como consecuencia de una decepción puede sentirse especialmente vulnerable por su inestabilidad.
Los cambios bruscos de humor también pueden mostrar una posible depresión o un caso de ansiedad. En aquellos casos en los que la inestabilidad tiene una causa emocional concreta es muy importante que el profesional pueda hacer un diagnóstico para ofrecer también consejos prácticos de autocuidado.

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